domingo, 20 de noviembre de 2011

ARMONÍA EN ROJO DE HENRI MATISSE

 

Armonía en rojo. Henry Matisse 1908. Museo Ermitage, San Petersburgo.

Henry Matisse fue el lider indiscutible de la corriente pictórica denominada “Fauvismo”. El término francés Fauves, fieras, lanzado de forma despectiva por el crítico Luis Vauxcelles a los pintores que expusieron en el Salón de Otoño de 1903, se convirtió en el apelativo de este grupo de pintores que destacaron por la fuerza y violencia cromática de sus obras. Precedidos e influidos por Van Gogh y Guauguin, estos “fieras” fueron más lejos en su atrevimiento, ya que se proponían emancipar al color de cualquier servidumbre objetiva o realista para, alcanzada la liberación, expresar de forma más pura las emociones del artista, verdadero "tema" de la obra.
Los pintores ya no quieren captar la realidad desde un punto de vista objetivo o realista . Como dijo Matisse: “El color debe ser pensado, soñado, imaginado.” Para captar la realidad tal y como se presenta ante nuestros ojos, ya se habían inventado las cámaras de fotos y, muy pronto, el cinematógrafo hará que las imágenes cobren vida y movimiento en una pantalla. El realismo, tal y como se había desarrollado durante siglos de representación, dejó de tener sentido. Los artistas se proponen plasmar una realidad subjetiva: la que el propio autor percibe o presiente. El arte deja de representar objetivamente la Naturaleza para pasar a "presentar" las emociones o los estados de ánimo del propio pintor. Los fauvistas, al contrario que los pintores impresionistas y postimpresionistas, no jbuscan captar efectos lumínicos de ningún tipo; de hecho, las sombras desaparecen; predomina el efecto bidimensional en sus obras, por lo que nos parecerán planas, más próximas a la representación típica de la pintura románica que a la de la generación precedente. Matisse añade, además, elementos decorativos. Sus obras presentan una gran fuerza vital y de sus colores, intensos y vivos, se desprende una visión optimista de la vida. “Sueño con un arte de equilibrio, de tranquilidad, sin tema que inquiete o preocupe, algo así como un lenitivo, un calmante cerebral parecido a un buen sillón» declaraba Matisse.
Armonía en rojo fue encargada por un marchante ruso. En principio iba a ser realizada en azul, pero Matisse se decantó por el rojo, uno de sus colores favoritos por su gran carga expresiva. Del cuadro ha desaparecido la sensación de profundidad; primer y último plano comparten color y elementos decorativos. El claroscuro y el modelado han desaparecido. Predominan los colores primarios, rojo, amarillo, azul, aplicados de forma pura, sin matices tonales. Los colores secundarios: violeta, naranja y verde, aparecen en ciertos detalles. En la obra se combinan arabescos vegetales curvilíneos, que subrayan la sensualidad del rojo, con líneas rectas que sugieren tranquilidad. El dibujo, relegado ante la vitalidad del color, se realza a veces con trazos negros. La pintura se expande, los objetos no aparecen enteros en el cuadro, sino que parece que aspiran a liberarse de la rigidez del marco, convirtiendo la pintura en una explosión cromática de optimismo y vitalidad. El verde del paisaje que se cuela por la ventana contrasta por la serenidad que sugiere, con la agresividad del rojo que llena la tela. La mujer que dispone la mesa aparece, a su vez, en un estado de sosiego interior, de calma, abstraida en sus pensamientos.
El fauvismo inaugura la serie de "ismos" con los que el arte contemporáneo rompe con los sistemas tradicionales de representación, abriendo nuevas vias para la expresión artística. El arte, tal y como lo hemos venido siguiendo, ha muerto.

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